En 1900, Max Planck
estaba trabajando sobre el problema de cómo la radiación emitida por un objeto
se relacionaba con su temperatura. El concibió una fórmula que se adecuaba
bastante a los datos experimentales, pero la fórmula solo tenía sentido si se
asumía que la energía de una molécula vibrante era quantizada--esto es, solamente
podía tomar ciertos valores. La energía debería ser proporcional a la
frecuencia de vibración y parecía llegar en pequeños "bloques" de la
frecuencia, multiplicados por una cierta constante.
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